sábado, 8 de diciembre de 2012

El adiós



Quizás escribirte estas lineas sea inútil, quizás no; no sé cómo lo vayas a tomar pero igual creo que no le darás importancia, como todo lo que digo y hago, jamás te importó.

Siempre he creído que "adiós" es una palabra muy fuerte, que se debe pensar más de dos veces antes de decirla y, créeme, Es difícil, por muchas razones se me hace tan difícil hacer esto, quizás porque tengo miedo o porque no tengo las palabras adecuadas, pero creo que la razón más válida es porque siempre es difícil decir adiós. Y ya lo pensé demasiado, pensé en todo, absolutamente todo, hasta en el detalle más idiota e insignificante que te puedas imaginar...

Hice todo lo posible y hasta lo imposible por tratar de que estuviéramos bien, pues bueno, te tengo una noticia: no lo logré. Como siempre, fracasé. Como siempre, me jodí. Como siempre, lo eché a perder. Pero ¿sabes? no todo fue culpa mía, y creo que aquí es cuando tendrías que hacer un examen de conciencia, y abrir los ojos, darte cuenta que tanto tú como yo cometimos errores, los mismos. Exactamente los mismos errores.

Creí que a éstas alturas de nuestras vidas habíamos logrado alcanzar un grado de madurez razonable, pero veo que no, al menos en ti no noto ningún cambio para bien, porque para mal si y muchos. ¿Quieres que los enumere o prefieres hacerlo tú solo?

De mi, bueno, de mi te podría decir una y mil cosas buenas y malas, pero solo te diré unas cuantas, lo que considere necesario y punto. Empezamos desde el día que te conocí, la segunda vez para ser más exactos.

No te voy a decir que fue amor a primera vista porque mentiría, pero si puedo decir de todo corazón que siempre me pareciste una persona especial, especial en el sentido de que eras una persona honesta, limpia, de carácter difícil pero creí poder lidiar con eso. Primero fuimos amigos, ¡y qué amigos! Fuiste muy lindo conmigo y eso siempre te lo voy a agradecer, así que por ese lado puedes estar tranquilo, no te desearé ningún mal.

Los besos que te dí siempre fueron sinceros, los te amo los sentí y cada te amo fue puro, lo más apabullante que llegué a sentir por alguien. Jamás te falté con el pensamiento, y el día que lo hice tiré todo a la mierda. Sufrí como la tonta que fui, grité como jamás tendrás idea y lloré de dolor y frustración hasta quedarme dormida. Nos dimos una y mil oportunidades porque lo creímos prudente y, al menos yo, pensé que se podría salvar nuestro matrimonio. ¡Qué manera de equivocarse la mía! Otra vez fracasó, otra vez todo se fue por el caño.

Supongo que de ese día a la fecha recuerdas perfectamente lo que pasó. Como todos tuvimos nuestras peleas, pero igual muchas reconciliaciones. Nos gritamos, nos ofendimos, nos abrazamos, nos besamos, caminamos de la mano y también corrimos, hicimos planes, los deshicimos y los volvimos a hacer.
Viste cómo crecía mi ilusión día a día mientras tú te mantenías en silencio. De mi escuchaste: vamos a, seremos, estaremos, tendremos; de ti escuché: quiero, voy a, tendré, estaré. Siempre en singular, siempre sin contarme, siempre con tu estúpido egoísmo a flor de piel. 

Te dejé libre, te dejé volar, te dejé experimentar y lo hiciste. ¿Sabes qué hacía yo mientras tú volabas? Me hundía. Poco a poco, sin darme cuenta fui cayendo en un profundo agujero negro, y mientras caía lloraba, y mientras lloraba, me preguntaba una y otra vez ¿por qué?. Eso es lo único que jamás te perdonaré: haber hecho polvo mi corazón y haber tirado a la mierda las ilusiones de hacer una vida junto a alguien, de compartir buenos momentos y también malos, de crecer en pareja, de labrar caminos, de ser simplemente feliz.

Hoy sé que todo eso valió la pena, que cada lágrima que derramé tuvo su recompensa porque precisamente hoy me dí cuenta de que ya no te quiero a mi lado. Perdóname, pero te lo ganaste a pulso.

¿Acaso alguna vez te pedí mas de lo que pudieras darme? no lo creo, siempre te pedí amor, que me amaras como yo te amaba, me respetaras y me hicieras feliz, eso es nada más para que te des cuenta con que poca cosa me conformaba, pero nunca pudiste o nunca quisiste dármelo. Siempre estuvieron tus rencores en medio de los dos, siempre estuvo la sombra de mis errores presente, nunca te encargaste de desaparecerla al tiempo que yo corría a gritos la sombra de los tuyos. En tolerancia definitivamente me saqué un 10, fuera de eso, perdóname por no haber sido una buena esposa y haberte dejado, alguien que se mereciera un poquito de tu amor, pero recuerda que soy humano, y los humanos de vez en cuando cometemos errores.

Solo quiero pedirte un favor, un último favor (y es aquí en donde toman sentido los primeros 3 párrafos): ayúdame a ser feliz, prometo que en ésta ocasión todo será mucho más sencillo: solo tienes que olvidarte de mi. Borra mi número de tu celular, elimíname de tu vida, borra de tu cabeza que existo, que algún día nos conocimos; para tu fortuna ya no tienes por qué sentir una obligación hacía mi, ya no tienes por qué llamarme ni por qué buscarme, supongo que lo que teníamos que decirnos ya fue dicho. Ya no hay pretextos para que me llames, eres totalmente libre. Libre de ser lo que quieras ser, libre de salir con quién desees sin tener que dar pausadas explicaciones innecesarias, libre de correr, volar o caminar, como tú lo prefieras; libre de mi.

Yo por mi parte, sonreiré cada día un poquito más, seré mas paciente con la gente que me rodea, seré una mejor persona, me superaré y poco a poco limpiaré mis heridas para poder a amar al gran amor que llego a mi vida, Rubén. Y si algún día nos encontramos en la calle, regálame una sonrisa porque solo el destino sabe cuándo nos volverá a reencontrar, si notas tristeza en mis ojos, no te detengas a preguntar porque yo no me detendré a responder pero, si notas un gesto de rencor en mi mirada, entiéndeme, nunca nadie dijo que arrancar tantos sentimientos de raíz fuera tan sencillo.

Tiempo al tiempo y el nuestro ya caducó. Por mi parte es todo, espero y confío en que me ayudarás. Preguntas no hago, aún no estoy lista para escuchar la verdad.

¿Ves como si es difícil decir adiós?

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